Quizás para muchos de los ciudadanos, este edificio, localizado en la calle Santiago en el núcleo poblacional de Almonte, pase totalmente desapercibido, pero se trata de una construcción datada al menos en el siglo XV.

Fue ermita y complejo hospitalario donde se auxiliaba a los pobres desvalidos y proporcionaba asilo nocturno a mendigos transeúntes.

Hablamos del antiguo Hospital-Ermita de Nuestra Señora de Gracia, después conocida como la Bodega de Barón. Del hospital que se situaba en los corrales y dependencias de la misma, no queda nada, solo ha subsistido la ermita.

Esta presenta en la cabecera tres capillas que abren a sendas naves. La nave central, más ancha y alta que las laterales techadas con el tipo de colgadizo, conserva restos de su maderamen primitivo.

Las arquerías divisorias de las naves tienen dos arcos de medio punto doblados sobre pilares rectangulares.

La capilla mayor, de planta cuadrada, se cubre sobre pechinas con bóveda semiesférica.

Hay que recalcar que es una de las cúpulas más antiguas de la provincia de Huelva y que aún se divisan los restos de las pinturas murales.

El edificio se cubría a dos vertientes de tejas árabes, que en la actualidad se encuentra en ruinas.

A finales del siglo XVIII entró en decadencia, saliendo a subasta en marzo de 1868. Siendo alcalde D. Ignacio de Cepeda y Alcalde, se llevó a pleno para que el Ayuntamiento adquiriese el inmueble, pero finalmente fue comprado por un ciudadano apellidado Barrera.
Posteriormente pasó a ser propiedad de Juan Orihuela Martínez, reconvirtiendo el uso de la misma como bodega.

Como dato curioso, la hermandad que radicaba en ella, la de Gracia, fue a finales del siglo XVII protagonista en una disputa junto a la actual Hermandad Matriz, entonces cofradía, cuando ambas reclamaban la precedencia de la procesión del Corpus.

La hermandad de Gracia era amparada por los más acomodados y pudientes del pueblo, mientras que la del Rocío era aclamada por la mayoría de la población empobrecida.

Los ánimos fueron apaciguados por el visitador del Arzobispado, quien dictaminó que correspondía a la Hermandad del Rocío ostentar la preeminencia “por costumbre y patrocinio”.

Hoy seguimos contando con ese legado de años, que ha pasado de generación en generación, de padres a hijos de almonteños, quienes son los verdaderos constructores de nuestra identidad de pueblo.

Ilusiona, consciente de ese valor patrimonial que reside en Almonte, preservará del olvido a la Ermita de Gracia, como uno de los maravillosos rincones que nos habla de nuestra historia local y nos enriquece culturalmente con un mayor conocimiento de nuestra tierra.

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