Una cosa es la vegetación de ribera, y otra cosa es lo que forman las cañas en los cauces de los arroyos, “paredes” de cañas que reducen de manera importante el caudal circulante de agua.
La limpieza, conservación y mantenimiento de los cauces siempre se deben realizar, de una manera respetuosa con el medio, para poder evitar importantes daños materiales y por el bien de las personas.
Aquellos arroyos sin mantenimiento en la periferia de los núcleos urbanos aumentan el riesgo de inundación y propagación de incendios. Además es el hábitat perfecto para focos de ratas y ratones.
Aunque la competencia de la limpieza es de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, sin lugar a dudas, todo debe comenzar por la inquietud y el empuje del Ayuntamiento de Almonte.