Sabemos que el desarrollo sostenible tiene dos caras: una, la que se practica en países como Australia o Canadá, donde la conservación de la naturaleza se hace en pro del bienestar humano; y la otra, la que se hace en países subdesarrollados, con una disciplina férrea. En Doñana, la Junta y el Estado, practica la segunda de las opciones, manu militari.
Pensamos que ya está bien de tratarnos como un territorio colonizado. Apostamos por una sostenibilidad de primera, de la que participemos activamente y seamos los verdaderos protagonistas.